MIPS, tecnología que protege tu cabeza… y tu cerebro
Casi todos los cascos que usamos en la actualidad están certificados, lo que garantiza un nivel de protección contra golpes que pueden resultar en lesiones fatales en caso de accidente.
Si bien todos garantizan protección para la cabeza, son pocos los que la ofrecen para lo más importante de ella: el cerebro.
En 1996, el neurocirujano sueco Hans von Holst tomó se dio cuenta de que la cantidad de lesiones cerebrales severas que trataba en el quirófano era muy alta, a pesar de que la mayoría de los conductores de bicicleta utilizaba protección en la cabeza.
Esto lo llevó a evaluar la forma en la que estaban construidos los cascos de entonces.
El problema principal es algo llamado impacto rotacional, que se produce a causa de golpes en diagonal, en los que la cabeza rota junto con el casco, a causa de la inercia, lo que ocasiona las lesiones cerebrales. No todos los golpes se dan de esta forma, pero no es algo que podamos controlar.
Tras unas 30 mil pruebas, Holst y Peter Halldin, investigador del Instituto Real de Tecnología de Suecia, concluyeron que, al contacto con el suelo, el casco y la cabeza siguen la misma dirección del impacto. La solución fue la creación de una capa interna de baja fricción que minimizara las lesiones por golpes rotacionales.
En 2000, la Universidad de Birmingham probó los los primeros MIPS (Multidirectional Impact Protection System o Sistema de Protección de Impacto Multidireccional) y publicó un estudio científico sobre ellos un año después.
La tecnología se llevó primero a cascos para bicicleta, esquí y equitación, y en 2014 apareció el primer casco de motocicleta con el inserto MIPS, de la marca Bell.
Hoy, todos los cascos de moto certificados ofrecen un nivel básico de protección. Su eficacia se prueba en impactos directos lineales al dejarlos caer desde cierta altura sobre un yunque plano, pero en realidad rara vez se da un impacto en un ángulo preciso de 90 grados y uno oblicuo puede conducir a un movimiento rotacional dañino para el cerebro.
El problema es que el movimiento giratorio hace que el cerebro se mueva y se deforme dentro del cráneo, lo cual ocurre incluso con golpes más leves que ocasionan conmociones.
La solución MIPS consiste en una capa de baja fricción (de color amarillo) dentro del casco que imita la función del agua del cerebro y permite un movimiento de 10 a 15 milímetros. De esta forma, MIPS ofrece un estándar que reduce los movimientos de rotación para que no se transmitan al cerebro.
La Federación Internacional de Motociclismo (FIM) lanzó su Programa de Homologación FIM Racing para Cascos de Motocicleta (FRHP), que incorpora métodos de prueba de última generación y lidia con los movimientos de rotación, pero en ese sentido, MIPS lleva una ventaja importante.
Esperamos que pronto esta tecnología llegue a más cascos de moto, ya que podemos cambiar de equipo de protección cuantas veces queramos, pero sólo tenemos un cerebro.
Tomado de revistamoto.com