Mototurismo: Viaje por el Golfo de México y el mar Caribe – Revista Moto

Subirte a la moto y hacer mototurismo es algo sencillo: no es que requiera mucha ciencia. Sólo necesitas una ruta, que tu moto esté en buen estado y algo de presupuesto para hospedajes, comida y uno que otro recuerdo.

A veces esto se puede complicar o facilitar, dependiendo de varios factores; incluso dentro de la misma ruta, todo se puede complicar en cuestión de minutos.

Soy Alex Lara, de MotoRuta México, y te invito a que, a través de estas líneas e imágenes, me acompañes a rodar en mi Moto Guzzi V7 Stone 850 por este gran país llamado México.

Es cierto que, cuando compras tu moto, puedes imaginarte viajando con ella. No importa si es una 124 cc o una 1800 cc; sabes que tienes a tu disposición una moto y que puedes hacer con ella lo que se te venga en gana. Sólo debes poner todo en marcha, y en la ruta te darás cuenta de que tú no eliges a la moto, sino que la moto te elige a ti.

¿Por qué les digo todo esto antes de contarles sobre este gran viaje? Sucede que la V7 no es la mejor moto para hacer turismo: sus suspensiones son cortas, no tienes mucha protección aerodinámica, el motor genera ciertas vibraciones que pueden ser incomprendidas, el espacio para depositar equipaje es casi nulo, y el asiento del pasajero se convierte en tu rack de carga. 

No me malinterpretes, no digo que sea mala para viajar; simplemente no cuenta con lo necesario para ser toda una moto de aventura, pero a pesar de esto, me di cuenta de que ha sido la mejor moto para viajar por todo mi querido México.

También es cierto que tiene otras ventajas: frena condenadamente bien, su ABS no es tan intrusivo y el sistema de tracción parece que no estuviera ahí. Es cómoda, a pesar de sus suspensiones cortas, tiene un tanque muy generoso que se complementa con el consumo de su motor, y aunque no puede alcanzar velocidades mayores a 167 km/h, lo hace de una gran manera, y el sonido que emana es música para tus oídos.

Ahora sí, teniendo este contexto, quiero platicarte sobre cómo me fue en el camino al sureste mexicano. Desde hace mucho tiempo quería rodar por toda la península de Yucatán, recorrer la división entre el Golfo de México y el mar Caribe, atravesando más de cinco estados de nuestra república. Como les decía al inicio, a veces en la ruta existen acontecimientos que se salen de nuestro control y sólo nos queda resolverlos.

Es la mañana de un sábado caluroso, con un cielo completamente azul. Dicen que, conforme más alto estés, más azul puedes ver el cielo. Hoy me toca recorrer unos 600 km sobre la V7. Salimos de Toluca para hacer una parada momentánea en Puebla, cargar gasolina, estirar las piernas y, posteriormente, dirigirnos a Veracruz. 

Estos 200 km iniciales son de lo más tranquilos: sólo debes poner atención al movimiento de la CDMX, tener cuidado con las motos que llevan dos personas y seguir adelante con determinación. 

Supongo que, al verte como viajero, no te molestan del todo, y hasta hoy estos sujetos prefieren dejarme continuar o simplemente no entro en su radar. El tramo de Río Frío, que comprende el Estado de México y la transición a Puebla, siempre es complejo: hay tramos de subida y otros con una pendiente prolongada, curvas y asfalto en buen estado. Lamentablemente, hay un buen número de conductores que, por falta de pericia, aceleran de más y no pueden controlar sus vehículos, por lo que provocan accidentes. A esto también hay que prestar atención.

Sin darme cuenta, ya casi es mediodía. Realmente no llevo prisa: todos los puntos por los que voy pasando los conozco de sobra, y esto me ayuda a saber cuánto tardaré de un lugar a otro, lo cual es de gran ayuda.

Pasar Maltrata y el cañón del Río Blanco es otro punto donde debes extremar precauciones.

Afortunadamente, he pasado por este tramo con diferentes motos, momentos y circunstancias, aunque con la Moto Guzzi es con la que más he rodado por este lado. La primera vez que pasé por aquí, en sus túneles, con sus curvas y cientos de camiones pesados, me encontré con lo que era un manejo muy técnico de la Moto Guzzi. Las suspensiones de esta máquina te enseñan cómo funciona una suspensión. Por fortuna, llevo una V7 850 que, al menos en este punto, mejora con respecto a sus hermanas de años pasados, lo que la hace menos nerviosa.

Es tiempo de visitar a los amigos. Después de conocer gente nueva, de ver grandes paisajes y de disfrutar las curvas de una buena ruta, lo más sobresaliente de todo esto es poder encontrarte en el camino con los buenos amigos que vas haciendo en la vida. Hoy me veré con uno de ellos, un gran amigo que me da buenos consejos de ruta: por dónde irme, hacia dónde no ir, y cómo evitar posibles asaltos y malos ratos, propios de las condiciones por las que pasan varias zonas de nuestro País.

Después de una buena comida y una gran charla, es hora de tomar los últimos 168 km del día. Aparentemente, no son muchos, pero resulta que son de esos kilómetros que, en distancia, son pocos, pero que por las condiciones del camino se hacen lentos, y lo que podría demorar unas dos horas se convierte en casi cuatro. Afortunadamente, traemos moto y esto ayuda a reducir el tiempo final.

Roca Partida es una estructura geológica única en la costa este de Veracruz. Se formó a lo largo de millones de años por la erosión y la actividad volcánica. Su nombre significa “Punta Roca Rota”, y se refiere a las grietas y fisuras que recorren su superficie, creando un paisaje impresionante. Gracias a la vista del dron, podemos darnos cuenta de que era un volcán.

En el área se pueden encontrar la cueva del Pirata, la isla de los Pájaros, la playa Ensenada, un acantilado con prismas basálticos y las cascadas El Tucán y Las Gemelas.

Roca Partida es el lugar ideal para escaparte de todo, para descansar y hacer un buen turismo. Nos vamos a quedar en este lugar unos cuantos días, descansando, planeando la ruta y tomando unas cuantas fotos para documentar el viaje.

No te pierdas las siguientes partes de este gran viaje. Gracias por leernos; nos vemos en el camino.

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