Esta Triumph Speed 400 Viper te recuerda a la Speed Triple 955i original color manzana, y es normal
Este año, entre las joyas y novedades del stand que Triumph montó en el EICMA, había una pequeña sorpresa que brillaba más que un escaparate de Prada: la Triumph Speed 400 Viper. Y no, no era solo el foco italiano de las luces milanesas lo que la hacía destacar; era ese color ácido electrizante y una mirada de doble faro que gritaba: “¿Me recuerdas?”.
Y claro que la recuerdas, porque esta belleza de una sola pieza es un homenaje descarado y nostálgico a la Speed Triple 955i, la leyenda noventera que muchos de nosotros teníamos pegada en la pared de la habitación. Si te pones nostálgico con el diseño “manzana ácida” y su espíritu hooligan, la Viper 400 es la máquina perfecta para darte esa bofetada de memoria motera.
La base es la moderna y accesible Speed 400, la niña mimada de Triumph en el mercado de las motos A2. Con su motor monocilíndrico de 398 cc, una potencia de 40 cv y un peso contenido de 170 kilos, esta modern classic no solo cumple con las expectativas, sino que las supera. Y en ventas, también: Triumph está haciendo caja con esta pequeñaja.
Pero, claro, la Viper 400 no es simplemente una Speed 400 con pintura nueva. Es un trabajo artesanal que transforma la base retro en algo mucho más salvaje. Inspirada en las Speed Triple 955i y 1050, incorpora ese icónico doble faro frontal que muchos echábamos de menos en la era de los LED minimalistas.
La coloración “Viper Green” (digamos que es un verde que te grita en la cara) es puro carácter. Se trata de una obra artesanal, nacida de la colaboración entre el influencer motero NoisyStyle y el diseñador de motos Rodolfo Frascoli, el mismo que ha firmado maravillas como la Triumph Trident, la Tiger y, cómo no, la Street Triple.
La creación de la Viper 400 fue todo un proceso artístico. Durante nueve meses, el equipo liderado por Luca Ravezzani (alias Noisy Boy), Matteo Canciani y el mencionado Frascoli se dejó la piel en diseñar, prototipar y ensamblar cada detalle de esta moto.
No trabajaron solos: contaron con un pequeño ejército de artesanos italianos especializados que aportaron piezas únicas hechas a medida. Desde el diseño de los paneles hasta el ajuste de la iluminación y los detalles del chasis, cada componente de la Viper 400 fue tratado con mimo.
Más allá del resultado final —que es, objetivamente, una obra de arte rodante—, el proyecto también es un ejemplo de cómo la pasión por las motos conecta generaciones. Según Frascoli, trabajar con el equipo joven de NoisyStyle fue como cargar las pilas al 200%: “Su entusiasmo y profesionalidad me hicieron redescubrir la magia de cada pequeño detalle en la creación de una moto”.
Y vaya que lo lograron. La Viper 400 no solo rinde tributo al pasado, sino que también demuestra que las motos no tienen que ser solo herramientas funcionales; pueden ser arte, cultura y memoria.
Por ahora, la Triumph Speed 400 Viper es una pieza única, un capricho motero que, como tantas cosas buenas en esta vida, será exclusiva. Pero eso no significa que Triumph no esté tomando notas. Si en Hinckley deciden darle un toque más agresivo a la Speed 400 y lanzar una streetfighter de baja cilindrada para el segmento A2, más de uno estaría dispuesto a soltar unos billetes.
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Tomado de Todocircuito.com