Sanglas 500 TT, una trail para salvar la marca
Lo que podría haber llegado a ser un modelo de éxito al final se quedó solamente en una buena idea, y es que la Sanglas 500 TT hubiese podido salvar a la marca nacional más conservadora de nuestro país.
Sanglas vivió casi siempre de las ventas a organismos oficiales, pero a finales de los 70 eso está cambiando: hasta los «fieles» ministerios valoran otras opciones para comprar motos. Quizá sea tarde, pero deben dar un giro y enfocarse en las motos para particulares. ¿Quizá una de esas nuevas trail?
La verdad, no sé si en Sanglas se llegaron a hacer esta pregunta tal cual. Entre otras cosas porque no está claro que ese término de «trail», ahora tan claro, se emplease en aquellos años. A finales de los 70 no había scooters, eran «Vespas», aunque fuesen de otra marca.
Y las motos off road que no eran de cross o trial eran «todo terreno» o simplemente «de campo». Lo de «trail» sonaba exclusivamente a un modelo de Montesa 348, con asiento grande para dos personas. De hecho, ten en cuenta, que la «reina» de las grandes trail todavía no ha llegado: falta prácticamente un año para que la legendaria BMW R80 G/S haga su aparición y dos o tres más para que se haga famosa y conocida gracias al París Dakar.

Estamos en la primavera de 1979. Es el salón del Automóvil de Barcelona y, como es costumbre, las marcas nacionales llevan allí sus principales novedades para el año en curso. Así, se exponen la nueva Rieju Marathon, la nueva Crono 350 y otras novedades interesantes, que pasarán a la historia.
La Sanglas 500 TT era una trail con motor monocilíndrico de 4T, un motor especialidad de la casa
Esta Sanglas y la MTV Yak 410 son motos que se inspiran en el éxito que está teniendo en Europa una nueva «moto de campo» japonesa que se llama Yamaha XT 500. Con una como esa un tal Cyril Neveau ganó, hacía dos meses, la primera edición de ese rally tan raro que los «chalados» de los franceses hacen yendo desde París hasta Dakar.
Es una monocilíndrica de media cilindrada, con arranque a patada, simple, fácil, utilitaria y muy polivalente. Eso es fácil de hacer para una marca que lleva desde 1945 fabricando monocilíndricos simples, fáciles y fiables. O por lo menos, fácil de plantear.
La idea podía ser interesante: la última evolución del motor Sanglas era comparable en prestaciones, al menos, a ese motor japonés. La XT declaraba 32 CV, el motor Sanglas 500S V5 (de cinco marchas; el último) daba 35. Y no tenía que demostrar fiabilidad: era duro como una piedra. Eso sí; vibraba más, era más tosco de acabados y peso… pero todo se andaría. Como base, valía.

El resto de la moto tampoco era complejo: fíjate en los detalles en las fotos. El depósito de gasolina sí es de nuevo diseño, siguiendo esa moda que surgió entonces de las motos de campo. De «joroba» que se llamaban. Pero las aletas, suspensiones, frenos y demás venían de la entonces bastante grande industria auxiliar: el guardabarros trasero no puede negar que es el mismo que el de una Montesa H6, por ejemplo.
La aparición de la Yamaha XT 500 espoleó a las marcas a crear su propia trail
Aquella moto que se llevó al salón de Barcelona del 79 era un primer prototipo, cercano a la serie. No llevaba, por ejemplo, el motor de arranque de la V5. Según cuentan era un problema de peso: el motor de arranque en sí era grande y pesado. Y la batería que se requería, enorme, que iba bajo el asiento, era la misma que llevaba un Renault 4 E.
Se prescindió de ello en pro de un menor peso y mayor manejabilidad, aunque arrancar una Sanglas a patada nunca fue fácil… En el caso de esta TT se complicaba sobremanera al poner la misma pata de arranque «un par de cuartas» más arriba. Un segundo prototipo, unos meses después, visto en la prensa volvía a llevar batería y arranque: era un punto para solucionar. Pero había más.
Nos habíamos metido en 1980. La sombra de la quiebra planeaba sobre la empresa y la llegada de Yamaha para adquirirla más todavía… La solución real, más inmediata y segura que la de hacer esta 500 radicaba en fabricar la 400 Y, la bicilíndrica de motor Yamaha XS, que llegó a la gama a finales de 1978.

Y es que se vende bien y resulta más atractiva que las monocilíndricas. En el salón de 1981 la moto que acompaña a las 500S V5 y 400 Y de carretera en el stand de Sanglas es una DT-80. De la 500 TT no se volvió a saber… El acuerdo con Yamaha convirtió a Sanglas en SEMSA y la producción propia de Sanglas se «disolvió» en la de Yamaha en España.
Solamente se fabricó un prototipo que, finalmente, fue olvidado y desguazado
La Sanglas 500 TT desapareció del punto de mira en cuanto el futuro de la empresa quedó claramente vinculado a Yamaha: la rentabilidad de la nueva empresa venía de otro lado y, además, no tenía sentido desarrollar una moto que en el fondo sería competencia «barata» de la XT que ya esperaban importar.
Leerás por ahí que se llegaron a fabricar algunas unidades y que incluso sobrevivieron 12 ó 14: no parece ser cierto. La Sanglas 500 TT del museo de Alcalá es una reconstrucción del prototipo sin motor de arranque, como la expuesta en el salón de Barcelona del 79, y fabricada, al igual que hicieron en fábrica entonces, partiendo de una 500 V5.
Con aquel chasis y motor, con las mismas piezas procedentes de la industria auxiliar se construyó esta replica. Hubo que copiar un depósito que había aparecido, de los pocos depósitos construidos entonces y construir un escape a imagen y semejanza del empleado, con mucho trabajo sobre todo en el silenciador.

Pero en este caso la «certificación» de esta historia ha sido de auténtico lujo: el propio Javier Sanglas, todavía vivo y muy lúcido cuando se construyó esta réplica habló con los hermanos Lozano, una vez más promotores y constructores de este proyecto, que aseguró que la moto no pasó jamás del estado de prototipo y que, además, se desmontó y no quedó ningún prototipo operativo.
Y esta es la historia de una moto que hubiese significado, quizás, una nueva vida para Sanglas, y que podrás contemplar en el Museo Motos Made In Spain.
Texto: N. Ortega
Tomado de solomoto.es