Crítica de Mujeres: Desde flores y entrañas
Crear piña es una de las tendencias más habituales en el comportamiento humano. Frente al incondicional amor familiar, siempre es aconsejable contar con una tabla salvavidas con la que se pueda salir a flote en tiempos de zozobra e incertidumbre. Ahí es donde entrarían los colegas, parejas y demás sostenes emocionales que nos van acompañando en esta complicada travesía llamada vida.
Si ya en el EP ‘Rock y amistad’ el trío catalán Mujeres explotó como nunca el concepto de compañerismo, en este nuevo lanzamiento siguen abordando ese mismo asunto, pero centrándose en los típicos sinsabores que uno se va encontrando a lo largo de la existencia. Es decir, a veces se gana y otras se pierde, peajes ocasionales que hay que pagar para disfrutar del privilegio de estar vivo.
Tal dinámica de equilibrio yin y yang prevalece desde el comienzo en ‘Desde flores y entrañas’ con “Las victorias y derrotas”, un auténtico subidón ideal para entrar en harina en un concierto, salir de fiesta o simplemente quedar con los amigos. Quizás su estilo garajero se antoje añejo, pero sus afiladas letras, con un punto de ironía y una pizca de mala leche en plan Los Punsetes, les proporcionan un toque contemporáneo y hasta generacional que te recordará a combos tipo Carolina Durante, Airbag o Los Nikis.
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“Se avecina una herida” evoca los malos tragos que, como todo, al final acaban pasando, mientras que “No puedo más” es una canción de enrabietados con el mundo, de esos instantes en los que mandarías todo a tomar por saco. Y la melancolía de “Cuando lágrimas arden” nos prepara el terreno para “Una consecuencia extraña”, otra pieza de las de soltar lastre que debería provocar pogos, aunque sean recatados, en sus conciertos. De lo mejor del redondo.
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Las referencias ochenteras freak brillan en “Si piensas en mí”, con alusión al mítico “Espacio vacío” de Séptimo Sello o a ese maravilloso “Problemas no” de Diseño, que querían versionar, pero se adelantaron sus compis de Rata Negra. Al igual que sucedía con las películas de terror o de Serie B en el repertorio de los Ramones o The Misfits, dichas menciones se incorporan con naturalidad a un conglomerado que contribuye a engrandecer un redondo en el que nunca encuentras un momento para el aburrimiento.
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“Diciendo que me quieres” muestra su lado más incisivo, en línea con “Una persona sospechosa” de Los Punsetes, y en “Solamente es brutal” pisan el acelerador acercándose al post punk y me vuelvo a imaginar a peña en sus recitales pegando saltos como si les fuera la vida en ello y recitando la letra a pulmón. El reposo llega con “Como una bendición”, que con algo más de ruido no estaría muy alejado de The Jesus and Mary Chain.
“Estallido sin cambios”, sin apretar a fondo, recupera poso punk, por lo menos en la línea de bajo y en ese rollo ramoniano tipo “I Wanna Be Your Boyfriend”, otra que en los directos debería funcionar sí o sí. “La emoción y los sentidos” contiene parte del título que da nombre al disco y supone una más de esas explosiones de rabia que nos vamos encontrando y que proporciona un gran dinamismo al conjunto.
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No pierden energía en “Por lo visto ya da igual” y en “Temporal sentimental” sacan una de esas flores que mencionan en el nombre del álbum y que nos refuerza la impresión de no estar todo el rato escuchando lo mismo. El garaje fluye a buena velocidad de crucero en “Se contempla una opción” o “Doblemente mal”, un par de bailes frenéticos antes de pillar aire en “Una pasión concreta”, dominada por una pegadiza melodía de teclado de principio a fin. Ya solo faltaba que nos taparan y arroparan con el susurro de “Horizontal en llamas”.
A Yago, Pol y Arnau no se les ha subido el pavo a la cabeza, continúan siendo tipos sencillos, un grupo de colegas que huye de la sofisticación como de la peste, y si hace falta, ellos mismos te reciben en chándal cuando entras en su casa. Te sacan birra, ganchitos y todo tipo de mierdas para picar. ¿Quién osaría levantarse con un ambientazo así?
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Tomado de https://mariskalrock.com