Crónica de Red Hot Chili Peppers en Buenos Aires, Argentina: Picantes e inoxidables

Desde horas tempranas, el domingo iba perfilándose como una auténtica noche de celebración en el barrio de Nuñez. Miles de admiradores de la banda de funk rock por excelencia traspasaron generaciones y mostraron su entusiasmo por la última de las galas poco antes de abandonar la tierra de los actuales campeones del mundo.

Los teloneros, Irontom, así lo hicieron saber desde su saludo inicial, quince minutos antes de las ocho de la tarde, con una buena aceptación por parte del público, ya listo para desatar su euforia.

Pronto se asomó la noche y, una vez que las luces se apagaron, la puntualidad del gong dispuesto a un costado de la batería de Chad Smith desató la función principal siendo las nueve de la noche.

Flea entró a escena haciendo la vertical, caminando de manos cual payaso que conoce de entretenimiento y cuyo bajo le sirve de atuendo a su locura admirable. Habían pasado cinco años de la última aparición del grupo de Los Ángeles en el festival Lollapalooza, y un poco de improvisación sirvió como intro para una bienvenida épica de la mano de «Around the World» para lograr la captación de los presentes.

Con la fuerza de esta entrada, los músicos se apoderaron de la atención de una arena dispuesta a morir en el pogo. Desde las pantallas psicodélicas, los colores y formas hipnóticas daban la sensación de ingresar a un túnel del tiempo guiados por los anfitriones, que se desenvolvieron a lo largo del concierto con un sonido pulcro, potente y que vibró junto con todos los sectores.

De inmediato se pegaron «Scar Tissue» y «Snow», mientras los fans coreaban sus melodías demostrando por qué agotaron las dos fechas en tiempo record y obligaron a la producción a liberar más tickets y habilitar nuevas plateas.

La luna llena era parte de una especie de film que hizo que Flea, mirando el cielo, inventara una canción de la nada: «The moon is beautiful and so are you», y Anthony Kiedis la continuó: «You are beautiful and I love you as much as I love you all», acoplándose al hiperquinético bajista. Pronto Kiedis se deshizo de la remera y la gorra para quedar enfundado únicamente en sus bermudas negras, en las que un parche diseñado en strass del logo de Playboy define ese sex appeal que no supo de prejuicios para una agrupación que nunca tuvo pudor en comunicar desde su imagen, composiciones, sonidos y climas.

La bellísima «Eddie» cautivó e iluminó con las luces de miles de celulares. Una canción que se desprende de ‘Unlimited Love’, los dos álbumes que grabaron el año pasado con una calidad de lujo. Como si esta interpretación no hubiese sido demasiado conmovedora, llegaba «Hey» con un apasionante riff desde las sagradas manos de Frusciante provocando lágrimas y erizando la piel. Él es quien le da el ingrediente hot a los Peppers, alguien que se encuentra en otro nivel, que grabó ‘Mother’s Milk’ y ‘Blood Sugar Sex Magik’ para catapultarlos a la fama, se fue del grupo un par de veces, se recuperó de sus adicciones, se desempeñó en su carrera solista con la misma esencia y regresó esta vez en 2019.

«Wet Sand» fue una de las más aclamadas. Otra vez, jam mediante, se fue marcando el ritmo de los corazones argentinos desembocando en «Tell Me, Baby» y «Californication». Alternar la mayoría de su repertorio de una función a otra desencadenó que a algunos les quedara la espinita de que no tocaran un par de sus canciones preferidas. Dueños de tantos clásicos y hits, cualquier setlist quedaría insuficiente. Lo ideal sería una noche eterna, donde interpretaran canciones a pedido de su público. De todos modos, aunque tocaran temas que no hacen habitualmente, cada día tuvo su encanto.

Ya llegaba la hora de los bises. «By The Way» desanudó el camino final. En un break las pantallas enfocaban caras sonrientes además de una estampa perfecta enmarcando una camiseta de la selección argentina de futbol que rezaba en su espalda: Frusciante y el número 18 elevada en lo alto, siendo de lo más ovacionado.

En la oscuridad comenzaron los acordes de «Under The Bridge» y, a esas alturas, muchos no pudieron contener las lágrimas. Emoción en estado puro reviviendo recuerdos adolescentes. La noche ya se había apoderado del espíritu del rock, aplausos y suspiros que tocaban el alma.

Quince minutos antes de las once, su formación más exitosa sellaría un concierto excelente con el oficio que determinan cuarenta años de trayectoria, fieles a su original estilo de un funk rápido que forjó su sonido e identidad. Las luces direccionadas a Kiedis acariciando sus mostachos indicaba que estaba preparando su impecable voz para ese típico trabalenguas que conlleva «Give It Away», donde su habilidad no falla.

Los saltos de Flea eran acompañados por una audiencia animada, extasiada de cantar. Smith lanzó sus palillos Blaster creando una tremenda agitación en el campo delantero para decir adiós, casi repentinamente.

Habían hablado su guitarra, su bajo y esa interacción única conseguía que fuese un sueño cumplido, poniendo un toque de pimienta a Buenos Aires, picante como si no hubiese pasado el tiempo para ellos.

Gracias a los inoxidables Peppers. Un highlight en tu vida que coronó una noche de ensueño.

Este fue el setlist completo:

Around The Word
Scar Tissue
Snow (Hey Oh)
Here Ever After
Havana Affair
Eddie
Hey
I Like Dirt
Don’t Forget Me
Tippa My Tongue
Wet Sand
Tell Me Baby
Californication
Black Summer
By The Way
Under The Bridge
Give It Away

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Tomado de https://mariskalrock.com