Las marcas nicho europeas, en serio peligro de extinción
Podemos denominarlo como mejor nos venga empleando para ello las etiquetas descriptivas que se nos ocurran, similares a “expansión de la globalización”, “triunfo de la modernidad”, “ley de oferta y demanda” o “negocios con baja rentabilidad”, entre otras. Da igual como queramos definir el asunto, pero la realidad es que, las denominadas marcas nicho, están desapareciendo a la misma velocidad que Marc Márquez se acerca a su noveno título de campeón del mundo, fruto precisamente de este tipo de sinergias económicas dentro de nuestra globalizada economía mundial.
La última víctima de este asolador panorama ha sido la británica CCM Motorcycles, todo un emblema británico de las dos ruedas y representante de eso que algunos llamamos “motos con alma”. Porque si de resumir hablamos, todo se limita a eso precisamente: Fabricar monturas que ofrezcan algo más que aquellas que las principales marcas fabrican como churros, destinadas a cubrir las necesidades de movilidad del grueso de la población.
Las marcas nicho relegadas por los designios del mercado
Indudablemente, esto no es una crítica a estas últimas. El mercado, para beneficio del motociclista, debe contar con las máximas alternativas posibles entre las que poder elegir. Es de lógica que no todo el mundo quiere o puede comprar una montura de una marca nicho. Ya sabemos que las necesidades y los gustos son como los culos, cada uno tiene el suyo. Pero el tema principal del asunto no se centra en eso precisamente.
Aquí no hablamos de la elección final del cliente, más bien de como las técnicas de mercado actuales han terminado fagocitando a esas pequeñas marcas que, hasta ahora, ofrecían un plus emocional cada vez más difícil de encontrar en las tecnológicas y eficientes motocicletas actuales. Más de uno se estará preguntando, ¿no es eso lo que todos buscamos en una moto?… Va a ser que no.
Son muchos los moteros (hay que reconocer que cada vez menos) los que además de que una moto sea eficiente, polivalente, fiable o duradera, precisamos que esta nos ofrezca algo más. Ese punto extra se encuentra en aspectos totalmente intangibles y no perceptibles por muchos otros aficionados, pero que en definitiva hacen de este tipo de motos algo diferente y apasionante a partes iguales.
Sin embargo, en los últimos años, este apartado emocional se ha ido eliminando paulatinamente para dar paso a una serie de conceptos en los que prima, por encima de cualquier otra cosa, una en particular: la rentabilidad comercial de las marcas. Haciendo nuestra esta premisa, es indudable que las denominadas marcas nicho parten desde el inicio con una desventaja abismal al resto de actores que componen el mercado y sus cada vez más inflexibles reglas.
La consecuencia final de este escenario es el anuncio de quiebra, o concurso de acreedores, de firmas emblemáticas otrora verdaderos referentes en cuanto a diseño, calidad de fabricación o una marcada idiosincrasia, fruto este de años de trabajo, sacrificio y perfeccionamiento en la técnica general de desarrollo de todos y cada uno de sus modelos. En definitiva, pequeños oasis del motor que ofrecían a sus clientes mucho más que la simple adquisición de una simple motocicleta.
En muchos de estos casos, antaño, el tener una montura obra de firmas tan legendarias como Bimota, Buell, Husaberg, Horex o las citadas CCM, era sinónimo de poseer algo, cuanto menos, totalmente diferente al resto. Ya ni hablamos de aquellos especialistas del sector que literalmente daban forma a los sueños de los petrolhead más empedernidos.
Por ejemplo, con la fabricación de chasis especiales para determinados modelos, dando lugar a monturas únicas con configuraciones totalmente distintas entre ellas. Este es el caso de firmas tan legendarias como la italiana Magni, o Egli Motorcycles. Esta última, con sede en Bettwil, Suiza, echaba el cierre definitivo en 2023 tras más de seis décadas de actividad. En este caso, según aludieron los propietarios de la empresa, el motivo fue la imposibilidad de encontrar un sucesor que siguiera con el negocio.
Con suerte, algunas de estas marcas nicho terminan en manos de grandes corporaciones empresariales, como es el caso de Bimota, ahora en manos de Kawasaki Heavy Industries, Ltd. Sin embargo, en esta transición se suelen dejar por el camino algunos aspectos clave que, en otro tiempo, eran los encargados de marcar la diferencia dentro del competido sector de la moto.
Sin salir de la firma de Rimini, de la que podéis conocer su historia en detalle en nuestro artículo especial “50 Aniversario de Bimota: Medio siglo de pura artesanía”, en su etapa previa, antes de formar parte de la compañía nipona, hacían uso de motores de diferentes marcas con los que ensamblaban la gama de modelos que comercializaban: Ducati, Suzuki o Yamaha, estaban entre estas compañías. Eso directamente ha desaparecido en esta nueva etapa de la marca.
En definitiva, estamos ante el fin de una era dentro del mundo de las dos ruedas, opinión bastante extendida entre los periodistas del sector. Recientemente escuchaba un pódcast de la competencia (que no se entere el jefe), donde uno de los participantes defendía muy bien el porvenir del mercado de la motocicleta para los próximos años: “las gamas bajas y medias va a ser todo chino” y apuntaba que japonesas, europeas y yanquis, quizás podrían pelearse por el mercado premium, con precios a partir de los 20.000 euros.
Con este certero análisis uno entiende a la perfección que el porvenir de las denominadas marca nicho está prácticamente sentenciado. Esta homogeneización del mercado deja poco o nada de margen a esos aspectos intangibles que antes mencionábamos, y que deberían de conformar el diseño de una moto. Por otro lado, algo verdaderamente insólito cuando, históricamente, este último era precisamente sinónimo de muchos de ellos, algo que desgraciadamente ha pasado a la historia.
Tomado de https://soymotero.net/