¿El black metal melódico está infravalorado?

Dentro del vasto universo del metal extremo, el black metal melódico ocupa un lugar peculiar. Nacido de la brutalidad sonora del black metal tradicional, pero enriquecido con armonías, estructuras más complejas y un enfoque más atmosférico, este subgénero ha ofrecido algunas de las obras más emocionantes, técnicas y emocionalmente intensas del metal. Sin embargo, a pesar de su riqueza artística, el black metal melódico no siempre recibe el reconocimiento que merece.
¿Por qué un estilo tan poderoso y versátil sigue siendo infravalorado en muchos círculos? Este artículo explora su historia, su relevancia, y por qué merece mucho más aprecio del que comúnmente se le da.
Una evolución que rompió moldes
El black metal melódico surgió a mediados de los años 90 como una respuesta a la crudeza del black metal noruego de primera ola. Bandas como Dissection, Sacramentum y Naglfar comenzaron a experimentar con melodías más marcadas, guitarras armonizadas al estilo del death metal melódico sueco y estructuras de canciones más elaboradas, sin abandonar del todo la esencia oscura, misántropa y atmosférica del black metal original.
El álbum “Storm of the Light’s Bane” de Dissection, lanzado en 1995, es considerado por muchos como la piedra angular del género. Canciones como “Night’s Blood” o “Where Dead Angels Lie” no solo mostraron una maestría técnica impresionante, sino que también demostraron que lo melódico no es sinónimo de suavidad: puede ser feroz, abrumador y emocionalmente devastador.
Técnica, emoción y oscuridad: un equilibrio perfecto
A diferencia del black metal más tradicional, que a menudo apuesta por la crudeza sonora y la producción lo-fi como parte de su estética, el black metal melódico abraza una producción más pulida y detallada. Esto ha permitido a las bandas del género explorar paisajes sonoros más amplios, sin perder la carga emocional ni la oscuridad inherente.
Bandas como Dark Fortress, Thulcandra o Keep of Kalessin han llevado esta fórmula a nuevas alturas. El álbum “Ylem” de Dark Fortress, por ejemplo, es una obra de arte moderna dentro del género, donde se combinan arreglos densos, letras filosóficas y un aura mística inconfundible. En canciones como “As the World Keels Over”, la melancolía se mezcla con una agresividad contenida, creando un resultado devastadoramente bello.
¿Influencia invisible?
Una de las razones por las que el black metal melódico puede parecer infravalorado es que su influencia está más presente de lo que muchos imaginan, aunque no siempre se le atribuye el crédito correspondiente. Muchísimas bandas modernas de blackened death metal, metal sinfónico o incluso post-black metal, deben parte de su sonido a los pioneros melódicos de los años 90 y 2000.
Además, festivales y medios especializados tienden a centrarse en los extremos: o en el black metal más crudo y tradicional, o en propuestas más experimentales como el blackgaze. En ese panorama, el black metal melódico parece quedar en un limbo, sin un nicho definido, a pesar de contar con una base de seguidores leales y discos de enorme calidad.
El renacimiento de un género
A pesar de no gozar del reconocimiento masivo que otros subgéneros han logrado, el black metal melódico está viviendo un renacimiento. Bandas más recientes como Uada, Mgła (aunque más inclinada al lado tradicional), Sojourner y Saor están recuperando esa sensibilidad melódica, dándole nuevas formas y matices contemporáneos.
El álbum “The Eternal Forest” de Sojourner, por ejemplo, es una muestra clara de cómo el black metal melódico puede abrazar atmósferas épicas sin sacrificar intensidad. Con temas como “Empires of Ash”, se demuestra que este estilo sigue evolucionando, atrayendo a nuevas generaciones que buscan emoción real, no solo velocidad o agresión por sí misma.
¿Por qué merece más reconocimiento?
El black metal melódico ofrece una experiencia emocional completa. No es solo oscuridad ni solo melodía, sino una combinación de ambos elementos en perfecta armonía. Es un subgénero que exige técnica, creatividad y una profunda conexión emocional con la música. Quienes se sumergen en su universo encuentran no solo agresividad, sino belleza, narrativa y una autenticidad que trasciende modas.
Mientras que otros estilos pueden apelar más fácilmente a lo comercial o lo viral, el black metal melódico se mantiene fiel a una esencia introspectiva, a veces elitista, pero innegablemente poderosa. Su “infravaloración” no es un reflejo de su calidad, sino del limitado enfoque de ciertos sectores dentro de la comunidad metalera.
Conclusión: una joya oculta a plena vista
El black metal melódico no necesita validación externa para seguir siendo una de las formas más ricas y conmovedoras del metal extremo. Pero reconocer su valor, hablar de sus discos, de sus pioneros y de sus herederos, es un acto de justicia cultural.
Quizá nunca sea el subgénero más popular, pero para quienes lo conocen, representa una cima artística difícil de igualar. Es momento de dejar de verlo como un simple puente entre el black metal tradicional y otros estilos, y empezar a reconocerlo como lo que es: una fuerza musical por derecho propio, que ha dejado y sigue dejando una huella profunda en la historia del metal.
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