Hace 55 años comenzó el orden en los cambios de moto

Hace más de medio siglo, montar una motocicleta requería memoria y reflejos, porque no existía un estándar en la posición del cambio de marchas. Algunas motos lo llevaban a la derecha, otras a la izquierda; en unas, la primera era hacia arriba, en otras, hacia abajo. Cada marca tenía su propia lógica y cada conductor debía adaptarse a ella, con resultados que a menudo terminaban en confusiones o accidentes.

Durante los años 70, el sector vivía un auténtico desorden mecánico. Los fabricantes europeos como Triumph, Norton o BSA mantenían el cambio a la derecha, mientras que BMW lo movía a la izquierda por influencia de la automoción. Sin embargo, fueron los japoneses quienes pusieron orden en el caos, imponiendo una norma clara: primera hacia abajo, resto hacia arriba, y pedal del cambio a la izquierda.

Esta decisión, que podría parecer menor, marcó un punto de inflexión en la historia del motociclismo. No solo facilitó la transición entre modelos, sino que redujo los errores en la conducción y permitió una evolución más segura y homogénea del diseño de las motos. Además, la distribución —embrague y cambio al mismo lado, freno trasero a la derecha— aportó lógica y equilibrio al manejo.

El cambio no estuvo exento de polémica: algunos defendían que el sistema británico ofrecía mayor estabilidad al combinar movimientos cruzados, pero la eficiencia y coherencia del diseño japonés terminaron imponiéndose. Con el tiempo, todas las marcas adoptaron el mismo patrón, unificando por fin la forma en que los motociclistas interactúan con sus máquinas.

Hoy, la evolución continúa. Los sistemas automáticos de doble embrague (DCT) o los mandos electrónicos secuenciales ya no requieren una palanca de pie, pero curiosamente mantienen la tradición: la mano izquierda sigue siendo la encargada de cambiar las marchas. Una muestra de que, incluso en la era digital, las decisiones del pasado siguen marcando el camino del presente.