Moto del día: Honda Zook

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La Honda Zook fue el intento de Honda de llevar el concepto de scooter urbano hasta el extremo del minimalismo. Presentada en el Salón de Tokio de 1989 y puesta a la venta en Japón en febrero de 1990, se dirigía claramente a un público joven que veía la moto casi como un juguete tecnológico más que como un vehículo serio. No por casualidad su propio nombre, derivado del japonés “tsuku”, apuntaba a la idea de “crear tendencia”: debía ser un pequeño icono de diseño para la ciudad, más cerca del patinete motorizado que de una scooter clásica.
Técnicamente, la Zook reduce la moto a lo esencial. Monta un monocilíndrico de dos tiempos de 49 cc refrigerado por aire, con unos 3,3 CV a 6.000 rpm y 4,4 Nm de par, asociado a una transmisión automática y a un depósito de apenas dos litros. Con un peso declarado en torno a 41 kg en seco, la cifra de potencia puede parecer escasa, pero resulta suficiente para mover una sola persona a la velocidad típica del tráfico urbano japonés. El chasis casi horizontal, las minúsculas ruedas 70/100‑8 en ambos ejes y los tambores delanteros y traseros completan un conjunto en el que la prioridad absoluta es ser compacto, bajo y fácil de maneja
El diseño se remata con detalles pensados para hacerle la vida fácil al usuario urbano. El asiento tiene dos posiciones de altura (770 u 800 mm), de modo que la moto resulte accesible a distintos tamaños de piloto, y está concebido para que, al aparcar, el casco pueda quedar colocado sobre él sin problemas, compensando así la falta de hueco bajo el asiento clásico. El único compartimento con llave va en el suelo, delante, recordando más a una guantera de patinete que al cofre de un scooter. Honda llegó a planificar una producción de unas 40.000 unidades y la lanzó a un precio de 89.000 yenes, con una gama de hasta seis colores muy vivos (verde, rojo, blanco, azul, marrón y amarillo) para subrayar ese carácter desenfadado.
Sin embargo, como ya ocurrió con la Motocompo, el experimento no llegó a cuajar como solución masiva. Los clientes japoneses terminaron inclinándose por scooters algo más grandes, con mejor protección, más autonomía y algo más de capacidad de carga, de modo que la Zook tuvo una vida comercial corta y hoy es sobre todo una rareza de coleccionista. Vistas con la perspectiva actual, sus líneas casi de juguete y sus proporciones extremas ayudan a entender hasta qué punto Honda exploró el límite inferior de lo que podía considerarse “moto” para ciudad, situando a la Zook en el mismo club de micro‑vehículos extravagantes que hoy alimentan la nostalgia de la era pre‑internet.
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