Moto del dĂa: Yamaha TZ 250 W (3LC)
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La Yamaha TZ 250 W –3LC– de finales de los 80 es el resultado de invertir los cilindros, esconder los carburadores delante y disparar los escapes rectos hacia atrás, todo al servicio de ir todavĂa un poco más deprisa. En una Ă©poca en la que las 500 mandaban en las portadas, esta 250 de clientes privados era capaz de rodar a ritmos de Superbike y hacer sudar a motos con el doble de cilindrada.​​ Eran otros tiempos…
Yamaha puso la saga TZ en el paddock en 1973 como columna vertebral de las parrillas privadas, heredando de lejos la tecnologĂa de las YZR oficiales con las que Yamaha se jugaba los tĂtulos mundiales. Las primeras TZ 250 “lĂquidas” nacen a partir de la OW17 mundialista de 1973 y evolucionan en los 80 hacia un motor cada vez más especĂfico de carreras: cárteres “de arena” diseñados ex profeso, cilindros separados, válvula de escape YPVS y alimentaciĂłn por láminas al cárter, siempre buscando más potencia sin sacrificar la sorprendente fiabilidad que pedĂan los campeonatos nacionales. A finales de la dĂ©cada, las versiones 3AK/3LC “reverse cylinder” representan el punto álgido de ese concepto de bicilĂndrico en lĂnea antes del salto definitivo a los V‑twin de los 90.​
La gracia tĂ©cnica de la TZ 250 W está en ese motor paralelo de 249 centĂmetros cĂşbicos girado hacia delante unos 60 grados: los carburadores pasan a la parte delantera del cilindro, alimentando directamente a barlovento, mientras que los escapes obtienen un trazado casi ideal, largo y recto, saliendo bajo el colĂn. El resultado es un dos tiempos que ronda los 75‑80 CV alrededor de las 11.500‑12.000 revoluciones, con una banda Ăştil más ancha de lo que sugiere la teorĂa gracias a la YPVS, unida a un peso en seco en el entorno de los 100 kg y un Deltabox de aluminio que hace que la moto cambie de direcciĂłn casi con el pensamiento. Los frenos de doble disco delanteros, el depĂłsito de 23 litros y la caja de seis marchas completan un conjunto capaz de pasar holgadamente de 240 kilĂłmetros/hora si el piloto se sabe hacer pequeño tras la cĂşpula.​
Aunque nunca fue una oficial “de fábrica”, la W se convirtiĂł en la herramienta perfecta para campeonatos nacionales y continentales: accesible para un privado con cierto presupuesto, pero suficientemente rápida como para humillar a motos teĂłricamente superiores en manos del piloto adecuado. Hay historias de TZ 250 poniendo en evidencia 500 y 750 de FĂłrmula en trazados revirados, y pruebas como la que Cycle World hizo a la moto de John Kocinski en 1989 hablan de un aparato que pesaba casi 200 libras menos –unos 90 kilos– que una 600 de calle mientras ofrecĂa más potencia, con una agilidad que hacĂa parecer torpe a cualquier “streetbike”. No es casualidad que muchos futuros campeones mundiales hayan pasado antes por una 250 GP como esta ni que, despuĂ©s de probar algo asĂ, más de uno jurase que no querĂa volver a correr con una moto de serie en su vida.​
Con la llegada de los bicilĂndricos a partir de 1991, la Yamaha TZ 250 W de cilindros invertidos quedĂł como un brillante callejĂłn sin salida tĂ©cnico, Ăşltimo gran desarrollo del bicilĂndrico en lĂnea dentro de las 250 de Gran Premio. Hoy es pieza de culto: una autĂ©ntica moto carreras-cliente, con olor a ricino y aluminio soldado, que resume como pocas lo que fue la categorĂa de 250 antes de que Moto2 pusiera fin a los dos tiempos en los Grandes Premios.
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