Moto del día: Suzuki RG500 XR22
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Si la XR14 fue la RG500 que abrió la puerta de las 500 GP a los privados, la Suzuki RG500 XR22 fue la evolución que hizo esa fórmula mucho más utilizable. A finales de los 70, Suzuki tomó el motor square‑four de la XR14 y lo rehízo con un nuevo calado interno para lograr algo menos de rabia arriba y mucha más banda útil, justo lo que pedían los pilotos que tenían que aguantar 45 minutos de carrera con una 500 de dos tiempos entre las piernas. El resultado fue una RG que seguía siendo temible, pero que ya no parecía querer tirarte por encima del guardarraíl cada vez que el cuentavueltas pasaba de 10.000.
La clave de la XR22 está en el cambio de arquitectura interna: se pasa del corto recorrido inicial a un motor de 54 x 54 mm, con una potencia declarada de 114 CV a 11.000 rpm y, lo importante, una curva de par más llena y progresiva. El uso de cilindros con siete transfers permitía un mejor llenado y un empuje más aprovechable, a la vez que el material mejorado de los cigüeñales reducía el riesgo de gripajes, hasta el punto de poder eliminar la bomba de aceite tras revisar la lubricación interna. Todo el conjunto bajaba el peso en orden de marcha hasta unos 132 kg, aproximadamente 3 kg menos de motor y 8 kg menos de chasis frente a la XR14, dejando una 500 que se sentía más compacta y refinada.
El chasis también se revisó en profundidad. La XR22 estrenó un bastidor aligerado, con el anclaje de los amortiguadores traseros adelantado y el eje del basculante situado por delante del eje de la rueda, mejorando tracción y estabilidad en apoyo. Kayaba desarrolló para ella una horquilla neumática de 35 mm cargada con nitrógeno hasta 1,2 atmósferas, con 150 mm de recorrido y un rango de reglajes mucho más amplio, mientras que los frenos crecían de 270 a 290 mm delante y se reducían a 240 mm detrás para ganar potencia y tacto donde hacía falta. En conjunto, la XR22 no sólo era más ligera; también era más estable en frenada y más precisa en la entrada de las curvas rápidas que marcaban los grandes circuitos del Mundial y del TT.
La evolución de la RG500 se convirtió en la herramienta favorita de muchos privados a finales de los 70 y principios de los 80. La saga que nace con la XR22 y sigue con las RGA/RGB acabaría dando victorias tan sonadas como la de Jack Middleburg en el GP de Holanda de 1980, último triunfo de un piloto privado en 500 con una RG de cliente, y éxitos en pruebas míticas como el Senior TT en manos de Mick Grant. La XR22 consolida así lo que la XR14 inició: una 500 GP “comprable” que, con algo de trabajo de puesta a punto, podía plantar cara a las motos oficiales y escribir historias de garaje en plena era dorada de los dos tiempos.
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