Moto del día: Honda RVF750 endurance
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La Honda RVF750 de resistencia es el arma secreta con la que HRC decidió reconquistar Suzuka y las carreras de 24 horas en plena revolución de las 750. Esta V4 oficial no era una versión tuneada de la RC30 de calle que ya tenéis cubierta; era un prototipo puro de competición que ganó tres Suzuka 8 Horas seguidos (1985, 1986 y 1989) y dominó Bol d’Or y Le Mans, demostrando que un motor plano bien afinado podía durar lo que hiciera falta sin gripajes ni dramas electrónicos.
Nacida en 1985 para adaptarse al cambio reglamentario a 750 centímetros cúbicos en TT-F1 y endurance, la RVF750 heredaba el legendario V4 a 90° refrigerado por líquido de las RS1000/RS850R de finales de los 70, pero ahora con 748 centímetros cúbicos (70 milímetros de diámetro por 48,6 milímetros de carrera), cuatro válvulas por cilindro, doble árbol de levas y cigüeñal plano diseñado para girar eternamente a 12.000 revoluciones sin vibraciones asesinas. La potencia rondaba los 130-140 CV, con un par máximo en torno a 85 Nm que llegaba progresivo, perfecto para relevos de 90 minutos y circuitos revirados como Suzuka o Paul Ricard. El escape ATAC variable y la lubricación separada por cilindro eran clave para esa fiabilidad brutal que separaba ganadores de abandonos en las horas finales.
La parte ciclo era igual de obsesiva: chasis de doble viga de aluminio con soldaduras TIG manuales, horquilla telescópica Showa de 41 milímetros con 120 milímetros de recorrido, monoamortiguador Pro-Link ajustable atrás y un basculante largo para estabilidad en recta. Los frenos eran dobles discos de 300 milímetros delante mordidos por pinzas Nissin de seis pistones, con un disco único de 260 milímetros detrás, todo montado sobre llantas de magnesio Comstar y slicks de competición. El peso en seco se movía entre 140-145 kg, cifras que la ponían al nivel de una 500 GP pero con el punch de una mil en aceleración media.
Imagen de Honda Racing
En pista, la historia habla por sí sola. En 1985, Wayne Gardner y Masaki Tokuno la llevaron a la victoria desde pole en Suzuka, batiendo a las Yamaha FZR de Kenny Roberts. Repitieron en 1986 con Gardner y Dominique Sarron, liderando de principio a fin en una carrera infernal de calor. En 1989, Sarron y Alex Vieira cerraron el triplete tras retiradas rivales, sumando podios constantes en Bol d’Or (donde coparon las tres primeras plazas en 1986) y Le Mans. Suzuki GSX-R y Kawasaki ZXR acababan en boxes con gripajes o fallos mecánicos, mientras la RVF seguía rodando lap tras lap, con pilotos que alababan su estabilidad en frenada y su capacidad para cambiar de piloto sin perder ritmo.
La RVF750 resume la filosofía HRC de los 80: mezclar tecnología GP (el V4 de las NSR500) con durabilidad de resistencia, puente directo hacia la RC45 de Superbike y las V4 que dominarían los 90. Hoy son piezas de museo, con ese sonido ronco de V4 plano subiendo de régimen y la estética cuadrada ochentera que recuerda cuando ganar 8 horas era cuestión de ingeniería pura, no de software.
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