Moto del día: Casal Boss
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El Casal Boss es uno de esos tubone que se han quedado en la memoria colectiva de Portugal… y prácticamente solo de Portugal. Un ciclomotor humilde, sencillo hasta decir basta, pero con un punto macarra que lo hizo increíblemente popular en pueblos, ciudades y, sobre todo, en manos de chavales que querían “sentirse mayores” sin gastarse una fortuna.
Casal no era una marca pequeña: durante los 70 y 80 fue el mayor fabricante portugués de ciclomotores, con motores propios y acuerdos con empresas extranjeras. En medio de toda esa producción, el Boss destacó porque representaba exactamente lo que un usuario medio necesitaba: una especie de tubone robusto, de consumo ridículo, fácil de mantener y con una mecánica tan simple que casi se podía reparar con herramientas domésticas.
El Boss seguía el esquema clásico del tubone, aunque llevado un poco al extremo: el tubo central que actuaba como chasis seguía presente, pero el depósito ganó en tamaño y en presencia, era como una ampolla en el tubo del chasis que le hacía perder esa esencia de los tubone italianos. El motor, minúsculo, sujeto bajo el chasis, asiento era de tipo bici y las ruedas eran finas. Era un diseño que, sin alardes, funcionaba en cualquier terreno: ciudad, caminos rurales o cuestas habituales de un día cualquiera en un pueblo portugués.
Su motor –generalmente un monocilíndrico de 2T alrededor de 49 cc– no era precisamente un misil, pero sí duro, fiable y muy, muy fácil de trucar. Y ahí está parte del mito: el Boss se convirtió en el juguete ideal para “meter mano”, como le pasaba casi a cualquier ciclomotor con motor dos tiempos. Eran tiempos locos, en los que cualquier chaval a base de ahorrar la “paga” que le daban sus padres, podría fabricarse máquinas muy locas.
Visualmente es casi una fotografía congelada de otra época: faro cuadrado o redondo (según versión), líneas rectas, guardabarros metálico, postura de bici y ese aire de herramientas y sudor que lo hacía encantador. Ese rollo práctico, casi agrícola, es parte de su identidad y de muchos modelos “de 50” de aquellos años. De hecho, su éxito dependía, en gran parte, de su sencillez, que permitía precios ajustados sin que la fiabilidad o la usabilidad se vieran afectadas. No olvidemos que, aunque los condujeran chavales, los ciclomotores eran, en realidad, vehículos económicos que conducían todo tipo de usuarios.
Hoy es un modelo buscado en Portugal y prácticamente desconocido fuera. Pero como tubone, es uno de los pilares del concepto: simple, ligero, barato, reparable y más duro que una piedra. No tuvo glamour, pero tuvo historia. Y eso pesa más.
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