Moto del día: LEM Formula
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Si el Casal Boss es la esencia rural del tubone, el LEM Formula es su polo opuesto: un tubone italiano que quiso ser deportivo, rápido visualmente, juvenil y con ese punto de diseño que los italianos saben clavar incluso en la gama baja.
LEM (Lavorazioni ElettroMeccaniche), a diferencia de tantos fabricantes artesanales italianos, sí se tomó en serio el diseño desde finales de los 70 y durante los 80. El Formula es probablemente su modelo más reconocible: un tubone estilizado, con formas afiladas, plásticos angulosos y un aspecto que recordaba más a un ciclomotor de competición que al típico vehículo de estudiante.
Un dealle interesante del Formula es cómo combina el concepto clásico del tubone con una estética adelantada a su tiempo. Sigue manteniendo el tubo central que integra depósito y estructura, pero lo envuelve en carenados y piezas moldeadas que le dan una silueta muy distinta a la de un Piaggio Ciao, un Peugeot 103 o un Garelli VIP. Esa carrocería, con sus líneas rectas y sus ángulos marcados, bebía directamente de la estética de las motos deportivas de la época, algo poco habitual en el segmento de los ciclomotores económicos.
El chasis del Formula, además, estaba pensado para ofrecer una conducción más ágil que la media. La geometría de la dirección era más deportiva, la posición de conducción ligeramente adelantada y el conjunto resultaba notablemente más manejable en curvas que otros tuboni de concepción más utilitaria. No era casualidad: LEM quería captar a un público joven que buscaba algo más que un medio de transporte básico.
Dependiendo de la versión, montaba motores Minarelli o Franco Morini, fiables, duros y muy populares para preparaciones. Estos motores, especialmente el Minarelli V1, eran auténticos caballos de batalla: admitían bien las modificaciones, aguantaban el trote diario sin rechistar y ofrecían un rendimiento más que decente dentro de lo que permitía la legislación. Era ligero, respondón y bastante más divertido de conducir que otros tubone equivalentes. Los italianos lo recuerdan como un punto medio perfecto entre ciclomotor urbano y ciclomotor deportivo.
En general, el Formula fue un intento muy serio de crear un tubone con aspiraciones. No se conformaba con ser utilitario: quería que te sintieras rápido incluso yendo a 45 km/h. Y aunque hoy no es tan conocido como los de marcas más grandes, su estética lo convierte en uno de los tuboni más fotogénicos y singulares de su época. Verlo aparcado junto a un Vespino o un Mobylette era notar inmediatamente la diferencia: el Formula tenía presencia, personalidad y un aire de pequeña deportiva que pocos ciclomotores conseguían transmitir.
De hecho, junto al Motron GTO, el Testi Cricket o el Peripoli Oxford, forma ese grupo de tuboni “aspiracionales”: los que querían ir un paso más allá del ciclomotor básico sin perder la esencia del formato. Eran máquinas para chavales que soñaban con una moto de verdad, pero que mientras tanto querían algo con un mínimo de carácter. Y el LEM Formula cumplía ese papel a la perfección.
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