Una marca de motos eléctricas prometía superbikes de 200 CV. Ahora se hunden entre demandas, deudas y despidos
Damon Motorcycles, la startup canadiense que prometía revolucionar el mercado con superbikes eléctricas de 200 CV y 300 kilómetros de autonomía, se está desmoronando a ojos vista.
Según el informe de Rideapart, a los importantes retrasos en la producción y el misterio sobre su supuesta fábrica se suma ahora una avalancha de demandas, inversores enfrentados y una plantilla reducida a apenas 13 personas.
Un gigante de papel que se tambalea
En los últimos informes financieros presentados por la compañía salió a la luz que Damon está metida en varios procesos judiciales, tal y como reseña la citada fuente.
El más sonado lo protagoniza Andrew DeFrancesco, inversor de perfil polémico con un historial de sanciones de la SEC estadounidense. Reclama más de 3,2 millones de dólares en acciones que, según él, Damon le prometió como pago por asesoramiento y nunca entregó. Su relación con la marca viene de lejos: a través de su fondo House of Lithium inyectó decenas de millones en la expansión de la empresa e incluso vinculó su nombre al de IndyCar patrocinando al coche de su hijo, Devlin. Ahora, todo eso se dirime en los tribunales.
Y no es el único frente. Damon también está siendo demandada por impago de alquiler de sus oficinas en Vancouver, con una reclamación que supera los 370.000 dólares en rentas atrasadas. Además, su propio fundador y ex CEO, Jay Giraud, prepara acciones legales tras ser apartado en medio de la crisis interna que casi hundió a la compañía en 2024.
El panorama no invita al optimismo. De más de 100 empleados han pasado a poco más de una docena, dos de ellos contratistas, mientras las reservas de sus motos (que llegaron a cifrarse en más de 90 millones de dólares) siguen sin materializarse en entregas reales. Damon habla ahora de un giro hacia el software de seguridad con inteligencia artificial, pero todo suena a maniobra desesperada para mantener a flote un barco que hace aguas por todas partes.
Para quienes confiaron su dinero reservando una HyperSport o una HyperFighter, la pregunta es obvia: ¿verán algún día esas motos en la calle? De momento, con demandas abiertas, deudas acumuladas y apenas un puñado de empleados, la respuesta parece cada vez más incierta.
Imágenes | Damon
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