Hace 39 años Ducati intentó hacerse americana y copió a Harley con esta moto. Lo hicieron tan bien que fracasaron
Ducati tiene motos que han definido épocas, motores que han hecho historia y diseños que siguen colgados en garajes como si fueran arte (a Tamburini, su diseñador, le llamaban el Miguel Ángel de las motos).
Y luego está la Indiana. El intento más extraño (y seguramente complicado) de acercar Borgo Panigale al sueño americano de las custom que reinaban en los ’80. Un proyecto nacido en 1986, justo después de que Cagiva se hiciera con Ducati, y que ya desde el anuncio dejaba claro a quién querían seducir: guiños al oeste yanqui, cromados molones y ese aire de Harley. Spoiler: fracasó.
Una custom italiana con motor Pantah
La Indiana era una custom en toda regla, pero con ADN Ducati en cada tornillo. El motor Pantah, heredado de las Alazzurra y Elefant, se ofrecía en 350, 650 y 750.Era un bicilíndrico en L de los de verdad, con distribución desmo y un cilindro girado 180 grados para meter los carburadores entre las culatas. Mucho cromo, sí, pero debajo seguía habiendo un motor que, como decía la publicidad de la época, «ni Harley ni los japoneses podían seguir en recta o en curva». Ojo a la frase.
En cifras: 38 CV a 9.250 vueltas para la 350 (unos 150 km/h) y 54,4 CV a 7.000 rpm para la 750 (170 km/h). No estaba mal para los ’90… Y para una custom.
Pero vamos, que lo más sorprendente no era el motor, sino lo bien que iba. El chasis venía de la Elefant y la combinación funcionaba. Marzocchi delante con barras de 40 mm, dos amortiguadores ajustables detrás, un doble cuna con tubos cuadrados (feo como él solo pero eficaz) y frenos Brembo de 260 y 280 mm. Hasta las llantas tenían personalidad: unas de aleación con diseño de estrella de tres puntas, en 18″ delante y 15″ detrás.
A nivel de conducción, era más lógica de lo que parecía. Cambios bien escalonados, respuesta suave, pocas vibraciones y una ergonomía muy cuidada. Manillar ancho, estriberas en su sitio y un asiento escalonado que pensaba más en viajar que en impresionar.
Estéticamente, la Indiana lo tenía todo para entrar al club de las custom: cromo por todas partes, depósito en lágrima, faro redondo, manillar arqueado… Era una custom clásica, pero con ese toque italiano que no acababa de encajar ni en EE.UU. ni en casa.

Quizá por eso fue un fracaso. La distribución desmodrómica no convencía a los aficionados de las custom (que valoran más la simplicidad que la sofisticación), la red comercial no ayudó y el público estadounidense nunca terminó de entenderla. En cuatro años, entre 1986 y 1990, Ducati produjo poco más de 2.300 unidades. La mitad prácticamente en el primer año. Luego, caída libre.
Hoy es casi una rareza simpática. Una Ducati custom que se puede encontrar entre 2.000 y 4.000 euros según cilindrada. La 350, curiosamente, es la más equilibrada según los expertos. No fue la Ducati que debía conquistar América, pero sí una pieza de colección para quien quiera algo distinto sin gastar mucho.
Imágenes | Ducati
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Tomado de https://www.motorpasionmoto.com/







