¿Debe seguir existiendo el Tourist Trophy?
Los cinco fallecidos en el Tourist Trophy de este año han hecho saltar otra vez el debate en las redes entre los que están a favor de este evento único y los que lo consideran demasiado peligroso. Tanto en 2011 como en 2018 trasladamos este debate a sus protagonistas.
Como en cada edición del que es posiblemente el evento de carreras de motos con más tradición y carisma de la historia, el Tourist Trophy, el eterno debate de si debería prohibirse vuelve a la palestra.
El principal problema del TT es también gran parte de su identidad y del espectáculo que supone: su trazado de 60 km es totalmente por carretera, con una primera parte que atraviesa diferentes poblaciones hasta Ramsey, y desde ahí asciende a la montaña, para descender luego a través de largas rectas hasta regresar al punto de partida en Douglas.
Como en la mayoría de carreteras segundarias británicas, las que conforman el Tourist Trophy están delimitadas por muros o hileras de árboles, siempre pegados al asfalto. Dentro de las poblaciones también hay bordillos, además de casas, claro. En gran parte del recorrido se usan balas de paja como protecciones y en otras, ni siquiera eso.
El asfalto cambia de condición numerosas veces, en muchos casos con poco agarre, y en algunas partes visiblemente bacheado. En la zona de la montaña es donde tiene más grip, pero allí también las medias son muy elevadas y en algunas curvas las protecciones son muretes muy bajos… cuando los hay, sino que se lo digan a Conor Cummins, que en 2010 cayó montaña abajo.
Medias escalofriantes
A esto hay que añadir que el TT es muy rápido. Hay largas rectas que permiten superar los 330 km/h en el caso de las superbike. El promedio de casi 220 km/h que se alcanza con las 1000 significa que en muchas partes del recorrido se superan holgadamente los 300 km/h.
Como referencia, en un circuito rápido como es el de Phillip Island y con una MotoGP de 270 CV la media es de unos 180 km/h. En Mugello es de unos 165 km/h… Sí: en el largo y peligroso TT la media es unos ¡50 km/h más rápida!
Si a las elevadas velocidades sumamos el hecho de que los límites de las carreteras (considerando una anchura muy inferior a la de un circuito) están marcados por muros o árboles, es de prever que una caída pueda ser fácilmente mortal. No hay escapatorias, ni grava, ni air-fences… En su lugar, árboles o muros.
Por desgracia estamos habituados a un promedio de dos fallecidos por cada edición del TT, pero los cinco de este año doblan sobradamente esa media. Con ellos, la cifra de pilotos desaparecidos en la Isla de Man (dejando de lado a comisarios y público) asciende a 264 desde el primer TT de 1907.

Fue un Gran Premio
Quizás los más jóvenes no sepan que el Tourist Trophy formó parte del Mundial de Motociclismo desde 1949 hasta 1976. Efectivamente, en la Isla de Man se disputaban las categorías de 50 (hasta 1968), de 125 (hasta 1973), 250, 350 y 500 c.c.
Los accidentes mortales del español Santi Herrero (Ossa 250) en 1970 y del italiano Gilberto Parlotti (Morbidelli) en 1972 llevaron a pilotos de la talla de Giacomo Agostini, que había logrado hasta 5 victorias en el TT, a plantarse. Agostini fue muy combativo contra de la celebración de un Gran Premio en la Isla de Man.

El 15 veces campeón del mundo contaba que “cada año, dos, tres e incluso cuatro, morían en el GP. Cuando sólo eran dos, era toda una alegría, porque lo normal era, al menos, tres o cuatro”.
“Cuando realmente comenzamos la batalla para eliminar el TT del Campeonato del Mundo fue cuando murió Parlotti”, confiesa ‘Ago’. El TT dejó de ser puntuable para el Mundial en 1976.
Pero no solo del Mundial de Motociclismo: el Tourist Trophy dejó de formar parte de cualquier campeonato, pero los pilotos británicos y toda la gente de la Isla de Man se negaron a que desapareciese. Con diferentes fórmulas y categorías, las carreras se siguieron disputando.
Desde la muerte de Herrero la Federación Española no emite licencias para correr en la isla y los pocos españoles que han competido allí lo han hecho con licencias extranjeras.
Y, a pesar de todo, ¿por qué siguen corriendo allí?
Las actuales superbike superan largamente los 200 CV y los 320 km/h, e incluso una Supersport, que alcanza los 250/260 km/h, es también un misil entre los muros y árboles de la carrera de la montaña.
Entonces, si esta -digámoslo claramente- peligrosa carrera, no puntúa para ningún campeonato y el nivel de riesgo es muy elevado, ¿por qué corren los pilotos allí?
En 2011 tuve la posibilidad de estar en la presentación del TT y hablar un rato con varios de los pilotos más destacados. Es una de las cosas que tiene este evento: la proximidad y la sencillez de sus participantes.
Conversé largamente con Conor Cummins, que en el año anterior (2010) sufrió un grave accidente al caer montaña abajo y que precisó de varias operaciones:
“Mira, yo soy de Ramsey (el último pueblo antes de la montaña).Toda mi vida he soñado con correr aquí. Desde pequeño, cada año esperaba que llegase el TT para ir a ver las carreras. Quería ser como Joey Dunlop, así que ¡imagínate correr aquí! ¡Es todo un orgullo!”, nos contaba un eufórico Conor.

En 2018 volví a la Isla de Man y hablé con Ian Hutchinson, 16 veces ganador del TT y todavía convaleciente de un duro accidente en el BSB -pero que finalmente corrió la Senior TT con una Honda adaptada- y con Lee Johnston.
Me dijo Johnston que “correr el TT es tan emocionante como el ‘free climbing’ (escalar sin cuerda), que es mucho más adrenalítico que hacerlo con cuerda”, confesó el británico. “¿Qué si tengo miedo? Cuando vas tan concentrado, buscando bajar esas décimas, no tienes tiempo de pensar en el miedo”.

Y los habitantes de la Isla de Man, ¿qué piensan? En 2011, cuando iba en taxi desde Douglas al aeropuerto, le hice la pregunta de siempre al veterano taxista que me llevaba: “Mira, hijo”, me dijo el taxista, “esto es una isla y aquí no pasa nada durante el año. El TT lo es todo aquí, es nuestra vida, es más que una tradición. Toda la isla se vuelca en el Tourist Trophy durante las dos semanas que dura”, me confesaba. “Claro que hay peligro, es evidente, pero nadie viene aquí engañado. Todo el mundo sabe lo que hay”, argumentaba mi experto conductor.
“El TT no puede morir nunca, y si algún día ya no vienen pilotos de fuera, ¡entonces lo correremos la gente de la isla!”.
Tomado de solomoto.es