Hierro, cuero… y tomate: el insólito origen de la primera Harley-Davidson fue una lata de tomate. Una chapuza para pasar a la historia de las motos
Cualquiera que haya montado una Harley sabe que hay algo casi místico en su sonido, en su tacto, en su presencia. Pero lo que pocos saben es que esa leyenda de hierro y ruido empezó… con una bicicleta, un sueño frustrado y una simple lata de tomate.
Estamos en Milwaukee, 1903. William S. Harley y los hermanos Arthur y Walter Davidson tienen una idea: crear una bici con motor. Lo llaman moto, aunque apenas lo sea. Solo fabrican tres ese primer año, y ninguna sube una cuesta sin ayuda del piloto. Es el comienzo de una historia que duraría hasta… Ahora.
Todo empezó con una lata de tomate
El motor, de tres CV, apenas sirve para llanear. No hay dinero, no hay piezas específicas, no hay un taller decente. Solo ingenio.
La estructura es un cuadro de bici modificado, la transmisión es una correa de cuero de vaca y el gran quebradero de cabeza es el carburador. En una época en la que Maybach ya había diseñado un carburador funcional para Daimler, Harley-Davidson debía apañarse con lo que tuviera a mano.
Y fue entonces, según la leyenda repetida por generaciones, cuando alguien vio sobre la mesa una lata vacía de tomate. La cogieron, la agujerearon, la adaptaron, y nació el primer carburador Harley-Davidson.
Vale que no hay documentos que certifiquen esto, pero el mito de la lata de tomate no es solo un guiño romántico al pasado: es un símbolo del espíritu que dio origen a una de las marcas de motos más icónicas del mundo.
Lo demás ya es historia. En 1916, Harley se alía con el ejército estadounidense durante el conflicto fronterizo con México. En la Primera Guerra Mundial, más de la mitad de sus motos van al frente. Y mientras el resto del mundo intenta entender cómo funciona un carburador, Harley ya fabrica cultura: el rock, Hollywood y el rugido del V-Twin hacen el resto.
Hoy, más de un siglo después, la marca ha pasado por guerras, crisis (en esto siguen inmersos con números en la mano), éxitos cinematográficos y hasta una breve incursión en el mundo de las motos de nieve. Pero ninguna de esas máquinas existiría sin esa primera chispa, sin esa primera pieza improvisada, sin aquella lata de tomate reciclada.
Imágenes | Harley-Davidson
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Tomado de https://www.motorpasionmoto.com/
