Italia presume de hacer las motos más bonitas del mundo, pero nadie se compra una. Entre las más vendidas arrasan los scooter, y hasta les gana Honda
Italia es la gran fábrica europea de motos; sobra decirlo, por por si acaso… Es la cuna de Ducati, de Aprilia, Moto Guzzi, MV Agusta o Benelli (aunque ahora es china, como muchas otras), y sin embargo su mercado doméstico no refleja esa potencia industrial.
Es, en definitiva, la paradoja italiana: producen algunas de las motos más deseadas y premium del mundo, pero en casa casi nadie las compra. Es la paradoja en sí misma. ¿Por qué?
La moto más vendida aparece en el puesto 23, y es una Honda de 750 cc
Los últimos datos de julio lo dejan claro. De los 44.817 vehículos de dos ruedas matriculados, solo 16.048 fueron motos ‘de verdad’, entendiendo estas como las grandes, no scooters ni ciclomotores. El resto, precisamente, scooters (26.610 unidades) y ciclomotores (2.159).
Más preocupante es que en el ranking de ventas, la primera moto pura aparece en el puesto 23, la Honda XL 750 Transalp, con 393 matriculaciones. Después, la Benelli TRK 702/702 X en el 25º, y tres Yamaha (MT-07, Tracer 9 y Ténéré 700) en posiciones aún más retrasadas.
Mientras en España la moto más vendida de julio fue una maxitrail como la Voge 900DSX, en Italia los líderes absolutos son scooters urbanos: el Honda SH125 Scoopy (2.202 unidades), el SH150 (1.179) o el Piaggio Liberty 125 (1.144). El único modelo a medio camino entre ambos mundos, el Honda X-ADV, se cuela décimo.

Este gusto por el scooter urbano explica por qué, pese a que Italia es líder europeo en matriculaciones de dos ruedas, no lo es en motos. La cultura del desplazamiento diario en ciudades como Roma, Milán o Nápoles, con tráfico denso y calles estrechas, favorece las cilindradas pequeñas y la practicidad frente a las grandes cilindradas turísticas o deportivas.
Curiosamente, el contraste con España es enorme. Aquí el mercado de motos creció en julio un 25,8% y acumula un 10% de subida anual, con modelos trail y naked liderando las ventas. En Italia, pese a un repunte del 7,6% en julio, el acumulado sigue en negativo (-3,4%). Un país que fabrica lo mejor del segmento premium… pero que sigue llenando sus calles con scooters de 125 cc.
El scooter tiene la culpa
Parte de esta paradoja tiene raíces culturales y económicas. En Italia, la moto grande se asocia más al ocio que al transporte, y eso significa que su compra compite directamente con otros gastos de lujo. Mientras tanto, el scooter es visto como una herramienta imprescindible para moverse por ciudades caóticas, con un coste de uso y mantenimiento mucho menor. El resultado es que incluso en un país que produce superbikes de más de 30.000 euros, la mayoría de conductores nunca se plantea comprarlas.
También hay un factor industrial que refuerza la contradicción. Marcas como Ducati, MV Agusta o Aprilia viven de exportar sus modelos a mercados como Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos o hasta España, donde el poder adquisitivo y el uso recreativo de la moto son mayores. En casa, sus concesionarios venden más por imagen que por volumen, y la verdadera maquinaria de ventas la mueven Honda, Piaggio o Kymco con scooters diseñados para el día a día. Italia, al final, no vive de vender motos a los italianos, sino de fabricar las motos que el resto del mundo sueña con tener.
Imágenes | Ducati, Yamaha
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