Un padre prefirió darse una vuelta en moto antes que ir a la boda de su hija y lo publicó. Ahora las redes arden contra él
Un padre decidió plantarse: el día que su hija se casaba por segunda vez, él prefirió arrancar la moto y poner rumbo a un viaje con amigos. La boda, marcada por un primer intento cancelado que le costó más de 20.000 euros, fue el punto de quiebre.
En vez de repetir el papel de financiador sin gratitud de por medio, se subió a la moto y se marchó a recorrer Wyoming. La polémica, claro, no tardó en incendiarse: ¿acto de egoísmo o de dignidad?
Ni boda ni hija: un viaje en moto a un Parque Nacional
Todo salió a la luz en un foro de internet, donde el propio protagonista expuso su historia. También lo recoge Rideapart. Según contó, tras perder una fortuna en el fallido enlace anterior de su hija, ella decidió celebrar otra boda sin preocuparse demasiado por lo que aquello había supuesto para su familia.
Él, cansado de asumir facturas y desplantes, entendió que tenía delante una oportunidad para dar una lección: no acudir, romper con la dinámica y priorizar un viaje en moto que llevaba tiempo planeando.
Las reacciones se dividieron. Por un lado, quienes sostienen que un padre debe estar presente en un momento vital, más allá de los rencores, los gastos y los desencuentros. Por otro, los que ven en su gesto un modo de demostrar que los actos tienen consecuencias y que el dinero y el esfuerzo no son infinitos.
El viaje en cuestión tampoco era a un destino exótico como Nepal o Mongolia: fue a un parque nacional de Estados Unidos. Precisamente por eso muchos lo tacharon de excusa pobre. Pero el punto no estaba en el destino, sino en el gesto. «La vida va de elecciones», escribió él mismo. Y su elección fue dejar claro que no seguiría apoyando lo que consideraba caprichos de su hija.

Lo cierto es que el trasfondo tiene más que ver con la relación entre ambos que con la moto. Los críticos señalan que en lugar de afrontar el problema de frente, con diálogo, el padre optó por escapar sobre dos ruedas. Y que la hija, por su parte, tampoco ayudó al convertir la boda en un ejercicio de «fotos de venganza» en Puerto Rico, como ella misma definió.
En el fondo, los dos quedaron retratados: él como un hombre incapaz de asumir las consecuencias de la educación que dio, ella como una hija más preocupada por las apariencias que por la gratitud. El debate, abierto en redes sociales y foros, refleja algo más grande: hasta dónde llega la responsabilidad familiar y en qué momento se rompe la cuerda por montar en moto.
La pregunta sigue flotando en el aire: ¿hizo bien este padre en marcharse de viaje en moto en lugar de estar en la boda de su hija? No hay una respuesta única. Lo que está claro es que, como tantas veces, la moto fue el vehículo perfecto para escapar de un conflicto personal que aún sigue sin resolverse.
Imágenes | Honda, Metzeler
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Tomado de https://www.motorpasionmoto.com/