5 letras de canciones que no son de metal pero deberían serlo

El metal ha forjado su identidad con letras que se sumergen en lo macabro, lo apocalíptico y lo visceral, creando un estándar para la intensidad lírica en la música extrema. Sin embargo, en los últimos años, artistas de géneros ajenos al rock han explorado territorios temáticos que, por su crudeza o simbolismo, podrían alinearse con el ethos de bandas como Cannibal Corpse o Mayhem. Desde el hip-hop hasta el pop experimental, estas canciones modernas —todas posteriores a 2010— destilan una oscuridad que podría resonar en un escenario de blast beats o tremolo picking. Este artículo presenta cinco ejemplos de letras contemporáneas que, aunque nacieron fuera del metal, parecen pedir a gritos una reinterpretación en clave extrema.
“DNA” de Kendrick Lamar, lanzada en 2017 dentro del álbum DAMN., arremete con una furia introspectiva y violenta que podría encajar en el death metal. Líneas como “I got loyalty, got royalty inside my DNA” y “I got dark, I got evil, that rot inside my DNA” exploran una lucha interna con tonos de fatalidad genética y agresión primal. La mención de “sex, money, murder—our DNA” evoca la obsesión del death metal por los instintos básicos y la decadencia humana, un terreno que bandas como Morbid Angel podrían amplificar con riffs brutales y growls desgarradores.
En el ámbito del pop experimental, “Cellophane” de FKA Twigs, de su disco Magdalene (2019), ofrece una vulnerabilidad que se torna inquietante. Versos como “Didn’t I do it for you? Why don’t I do it for you?” y “They’re watching us, they’re hating us” destilan un tormento emocional que, en su fragilidad, roza lo mórbido. La imagen de ser observado y despedazado por una audiencia invisible podría transformarse en un lamento black metal al estilo de Burzum, con atmósferas gélidas que eleven esa sensación de aislamiento y sacrificio.
Desde el trap, “Upper Echelon” de Travis Scott, incluida en el mixtape Owl Pharaoh de 2013, trae una energía caótica que pide ser metalizada. Con frases como “Pull up in that spaceship, n***a, fuck a reverend” y “Blood flowin’ like a river, need a little liver,” Scott mezcla nihilismo y violencia con un tono casi ritualístico. La referencia a sangre y la rechazo a la autoridad religiosa encajarían en el anticlericalismo del black metal noruego, mientras que el ritmo frenético podría mutar en un blast beat al estilo de Darkthrone.
“Black Skinhead” de Kanye West, del álbum Yeezus (2013), es un grito primal que destila rabia y confrontación. Líneas como “I’m aware I’m a wolf, soon as the moon hit” y “They see a Black man with a white woman at the top floor, they gon’ come to kill King Kong” combinan una furia animal con una crítica social afilada. Esa mezcla de instinto salvaje y rebelión contra el orden establecido podría ser el germen de un tema de death metal técnico, con la precisión quirúrgica de Necrophagist y un trasfondo de caos social.
Por último, “Bury a Friend” de Billie Eilish, lanzada en 2019 en When We All Fall Asleep, Where Do We Go?, sumerge al oyente en un paisaje sonoro perturbador que coquetea con lo macabro. Versos como “What do you want from me? Why don’t you run from me?” y “Bury the hatchet or bury a friend right now” evocan imágenes de muerte y paranoia que podrían alinearse con el horror lovecraftiano de bandas como Portal. La tensión psicológica y las referencias a la sepultura harían de esta letra un lienzo perfecto para un tratamiento de black metal atmosférico.
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