«Con cabeza, todos iríamos en motos de 20 CV». Las motos deportivas de 200 CV están condenadas a… – Motorpasión Moto
La DGT lleva tiempo advirtiendo que las motos más potentes están fuera de lugar en carretera. No es un debate nuevo: en 2009 llegó a circular la posibilidad de que la Unión Europea limitara la potencia máxima a 100 CV, y ahora voces como la del veterano periodista italiano Nico Cereghini vuelven a poner el foco en el mismo punto.
Pere Navarro lo resumió con una frase que no pasó desapercibida: «Una moto de 200 caballos con 200 kilos de peso está hecha para el circuito y en carretera tiene un especial peligro, todo el mundo tiene que ser consciente de ello».
Nadie va a prohibir las motos deportivas de 200 CV, de momento, pero… ¿Deberían?
No supone que vaya a cambiar. Pero lo dijo el pasado marzo en la Conferencia Internacional de Seguridad Vial de la Motocicleta, tras repasar unas cifras preocupantes: en 2023 murieron 299 motoristas en España, 45 más que en 2022. Y es indicativo de que algo no va del todo bien. Un pequeño aviso; una pincelada.
Tres de cada cuatro siniestros ocurrieron en fin de semana, la mitad por salidas de vía y con un perfil muy concreto: hombres de entre 35 y 54 años, con carnet de moto desde hace alrededor de diez años y montando motos de gran cilindrada.
Ese patrón explica la preocupación. La DGT, además de medidas como cursos obligatorios de conducción segura o cambios en el examen de acceso a motos grandes, quiso dejar claro que las superbikes en la calle son un problema. Y lo cierto es que la idea de limitar potencia no es nueva.


En los años ‘80, Francia, Alemania y Suiza empezaron a poner trabas a las motos más potentes. Japón reaccionó con una especie de autorregulación, frenando la carrera de cifras, aunque solo fue un paréntesis. Y en 2009, la Comisión Europea estudiaba extender ese límite a todos los países de la Unión proponiendo 100 CV para todos los modelos. Finalmente, lo que se resolvió fue lo contrario: se levantó la barrera (invisible) y nunca existió un límite comunitario de potencia.
Ahora, desde Italia, Cereghini recupera el argumento con una reflexión incómoda: «Si solo usáramos la cabeza, todos iríamos con 20 o 30 caballos bajo el asiento«. Frase lapidaria, pero que en verdad, tiene mucha, mucha razón. Primero atendamos a lo que dice él.


Para este experto, en un tráfico saturado y con límites de velocidad estrictos, resulta absurdo que se sigan fabricando y vendiendo superbikes de 200 CV. Incluso lanza una advertencia a los fabricantes: quizá deberían establecer sus propios límites «antes de que el legislador lo haga por ellos».
El debate está servido. Porque la moto no es solo un vehículo: es pasión, instinto y libertad. Ahí está la contradicción. Los mismos que sueñan con una CBR1000RR-R de 217 CV saben que su moto diaria es un scooter de 15. Y, en realidad, la mayoría de accidentes mortales no los provocan las motos nuevas de 200 CV, sino máquinas con más de diez años, peor mantenidas y en manos de motoristas ocasionales. La cuestión es que no hay un solo estudio que diga que las motos más potentes son las que más accidentes provocan en tiempos modernos.


Prohibir por potencia no resolvería todo. Los guardarraíles asesinos, las carreteras en mal estado o la adicción al smartphone pesan tanto o más en la siniestralidad. Pero la tensión seguirá: autoridades hablando de límites, fabricantes vendiendo sueños y motoristas atrapados entre la razón y el corazón.
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